La importancia de siempre estar en movimiento

Armando Ruiz
4 min readDec 19, 2017

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Las peores cosas que me han pasado en la vida han sido por quedarme quieto.

A veces la zona de confort llega en muchas y variadas presentaciones: el ingreso seguro que te mata la ambición, la comodidad de la vida en pareja que te hace creer que no tienes cosas que mejorar o un estancamiento laboral que te ha matado tus sueños.

“Me he dado cuenta que cuando agarras impulso, logras grandes cosas, pero cuando no te mueves te estancas” me comentó mi terapeuta en la última sesión, habiendo logrado casi todo lo que nos propusimos para este año. Tiene razón. Esto quizá se deba a la fuerza de la costumbre, pero cuando decidí dejar de tener tiempos muertos comenzaron a ocurrir sucesos positivos.

No sé si les ha pasado, pero ocurre que en las temporadas de mayor presión laboral, se activa un mecanismo interno que permite soportar presión, hambre o falta de descanso durante periodos de tiempo extensos. Una vez terminado ese periodo, normalmente al concluir el proyecto o tarea, el mecanismo se desactiva, las defensas se bajan y todo ese cansancio y presión caen de golpe. Incluso podemos ver a gente enfermarse de gripa o descubrir que tiene una infección una vez que la presión termina.

Algo similar me pasó en los últimos meses pero a una escala mucho más grande: en cuestión de un par de meses terminé una relación que parecía buena y prometedora, perdí a un amigo de toda la vida, los clientes comenzaron a atrasarse en pagos, otros prospectos al final decidieron no trabajar con la agencia, las facturas seguían llegando, sobre todo después de una inversión en equipo de grabación multimedia y software de edición.

Ante tal cantidad de eventos en poco tiempo, era fácil abrumarse. De hecho, así ocurrió. Eventos como el terremoto del 19-S y noticias de personas cercanas que me llegaron por esas fechas no ayudaron mucho. Llegué a mi cumpleaños 33 sin una idea clara de cuándo acabaría la mala racha.

Porque de algo estaba seguro: todo eso iba a terminar. No sabía la fecha o el lugar, mucho menos el evento que detonaría ese cambio, pero sabía que llegaría.

En muchos sentidos llegué a pensar que había perdido todo, pero con la cabeza fría me di cuenta que no era así: contaba con un techo para resguardarme del sol y el frío, una cama en la cual dormir, comida en el refrigerador y ropa en el closet. Aún tenía mi salud en buen estado, una mente educada y entrenada, juventud y energía.

Contaba con mis herramientas de trabajo, Internet y papelería, contaba con una familia que, sin importar las malas decisiones que haya tomado, siempre me van a apoyar si creo en mi proyecto. Contaba con amigos valiosos que me ayudaron con consejos y propuestas. Algunos eran de toda la vida y a otros los conocí en los últimos 5 años. De hecho, los amigos que más me han marcado profesional y personalmente los conocí desde el día que decidí estudiar la maestría.

Con ese inventario de bendiciones, puse manos a la obra: ¿qué quiero lograr? ¿Qué pasos debo seguir para llegar a mi objetivo? ¿Qué sacrificios tendré que hacer? ¿A quién le pediré ayuda cuando así lo requiera la situación? ¿A qué contactos olvidados vale la pena retomar para lograr que cambie la marea?

No fue un proceso fácil ni rápido: requirió entrenar la paciencia, reducir gastos, reordenar prioridades, eliminar de círculo cercano a personas tóxicas, ser más agradecido por lo que se tiene y lo que se logra, reconocer el propio talento, aprender a buscar nuevos proyectos, dejar de decir que no y siempre ayudar.

De eso hace 3 meses. Hoy puedo decir que estoy en otro punto de mi vida lleno de grandes oportunidades, llegaron nuevos clientes, los que ya existían pagaron y me pidieron nuevos proyectos adicionales, se logró la tan largamente buscada propuesta para dar clases de Relaciones Públicas, una firma de servicios financieros y un corporativo de alimentos me buscaron para liderar su área digital (acepté la oferta de la primera).

También gracias a todo el trabajo es que no he podido escribir en este blog, aunque se sigue publicando el podcast. Espero en un futuro poder continuar y generar más, sobre todo porque ponerme en movimiento siempre me ha traido cosas buenas.

Ahora lo veo en la gente que me rodea: aquellos que no se mueven se estancan y no crecen, mientras que aquellos que apuestan por hacer algo, aún sin tener clara la meta, generan una cadena de consecuencias positivas.

¿Y tú te mueves o te estancas?

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Armando Ruiz
Armando Ruiz

Written by Armando Ruiz

Storyteller, consultor de marketing, conductor de Wind Podcast, profesor de Relaciones Públicas en el Tec de Monterrey, colaborador en Entrepreneur.

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